lunes, 24 de noviembre de 2008

Nuevo Blog, ¡El Mismo Oficio!


Alguna vez un amigo que me estima me recomendó escribir alguna de mis historias de alcohol, y pues tengo varias que no necesariamente suelo compartir pero ahí las tengo, archivadas y chamuscadas por donde se me ocurra ponerlas. Este mismo amigo me aseguro que esto de contar y escribir sobre las borracheras eran una suerte de ‘limpia mental’, o sea que de una u otra forma el individuo que las expulsa se depura física y mentalmente , desintoxica el hígado y las neuronas y pasa a corromper un poco el inconsciente colectivo y sus propios dedos .



Como diría aquella estrofa legendaria de Los Shapis: “no tomo porque me guste el licor, yo solo quiero olvidar tu amor”; y pues SI, el amor no necesariamente es un ente separado de uno, no es ‘alguien’ con quien uno suele follar y decirle que l@ quieres, el amor es uno mismo y tendemos a desencantarnos de nosotros también; a veces pesa tanto esta levedad de ser (y no poder dejar de ser) que uno quiere borrar por momentos los códigos que hemos adquirido durante años en toda esta degeneración; los hábitos que nos vuelven fundamentales y a la vez abyectos. La naturaleza del hombre (aunque se arañe la más militante de las feministas) sin lugar a dudas es la de un ser destructivo, negativo y bélico, pero a la vez es un tipo curioso, el alcohol lo que hace es mandar a dormir un momento al sano juicio y despertar al instinto, desdobla la cabeza más parca y la hecha andar por senderos mas divertidos. -Pero maltrata el cuerpo, lo desgasta, lo hace mierda- , pues SI, pero yo creo que el funcionar ‘correctamente’ toda la vida esta mal, las maquinas deben malograrse, desconfigurarse de vez en cuando, para luego ser arregladas y hasta mejoradas; quizás echarnos a perder es parte de una lógica contemporánea de sanación y regeneración.



A los artistas de las letras se les da por hablar mucho de juergas y situaciones por demás ‘cotidianas’: que si me robaron la billetera, que si amanecí tirado en un parque, que si desperté con fulan@, que si no paré de beber 2 o 3 días, que si el stress; todos esos elementos están de sobra, más allá de que puedan darme gracia todas esas situaciones provocan en mi reflexión; puedo ser un tipo terco que recurre siempre al licor, a los vicios, a las malditas historias de todos los sábados, pero también pueden activar en uno el lado racional del asunto, lo que mencionaba acerca de ‘regenerarnos y sanarnos’. Las historias con el alcohol nos dan salud emocional, nos dota de argumentos y sabiduría, nos vuelve más rapaces, se vierte por todos los extremos al punto de que o bien nos transformamos en tipos duros y frívolos o bien en tipos sensibles y exprimibles.



Y por todas las virtudes y negligencias que implica este vano oficio… ¡SALUD COLEGAS!

3 comentarios:

Leuzen dijo...

Adoro caer por casualidad en este tipo de blogs; y debo decir que fue una exelente idea la de tu amigo.
Yo no soy de aprobar el alcohol (por lo menos para mí. Si los demás quieren tomar, que tomen) pero me pareció muy interesante el punto de vista que planteas en tu 'historia de alcohol'.
Si no es molestia, voy a seguir pasando por aquí para ver con qué otros relatos me encuentro.

Yog Sototh dijo...

OJALÁ ESCRIBAS BIEN PUES

Qbi dijo...

el alcohol me parece un oficio desagradable, degradante, agotador y muy divertido, ojalá le tengas buenas historias, anectodas lo q sea q te ocurra durante esa fase intensa de mandar a la mierda todo, si conoces el oficio, así será y si no... cuentalos paja eso puede ser suficiente.

saludos nieto boy hell infierno etc etc